Ryan
Ryan se
dirigía a su última clase de ese día. El ambiente con los chicos no había sido
tan malo, pero lo que no soportaba del todo, era como lo miraban las chicas.
Parecía que se lo comerían con la mirada, no disimulaban para nada. Y eso
podría traer problemas de acoso hacia él, cosa que no dudaba para nada. Aunque
dejando a lado todos esos pequeños problemas a los que se enfrentaría más
adelante, había algo que no podía olvidar. El joven de los hermosos ojos
grisáceos. Aun no lo había encontrado y ya empezaba a desesperarse, al menos
quería saber su nombre o en que clase estaba.
Rayos, en qué
momento se había puesto como idiota por un niño.
¿Qué demonios
me pasa? se preguntaba. El creía poder controlar sus emociones y ahorita se
encontraba todo embelesado por unos ojos grisáceos.
Si serás
idiota Ryan. Se decía a sí mismo.
Se disponía a
entrar al salón de la clase A. Como era nuevo, tenía que presentarse con los
alumnos y explicar su forma de llevar a cabo su asignatura, que no era nada
fuera de lo normal.
Entrando al
salón pudo escuchar los susurros de los chicos, hablando entre ellos de él. A
pesar de que en toda la mañana había estado presentándose, tenía que admitir
que le disgustaba el parecer tan sereno. Puesto que el carecía de toda
serenidad, pero tenía que comportarse. Al fin y al cabo solo estaría en esa
escuela por los tres meses que faltaba para que terminaran los alumnos del
último año.
Dejando
soltar un leve suspiro, puso sus pertenecías en la mesa y volteo a ver su
última clase del día.
─ Buenas
tardes, me llamo Ryan Dust y seré su profesor de tutoría en estos meses que
faltan por concluir. – hablaba mientras iba mirando a cada uno, tratando de
grabarse sus rostros y así saber quién era cada uno, por si más adelante
hubiera algún problema.
Hasta que se topó con la mirada que tanto había buscado
esa mañana.
Ahí estaba,
mirándolo tan tranquilo, tan sereno y sin ninguna alegría. Lo había encontrado.
Luke
Luke había
pasado su mañana de lo más normal, después de quitarse a Lucy de encima. No es
que fuera amargado, pero esa chica sabia como cabrearlo sin necesidad de decir
mucho. Tenía que admitirlo, no la soportaba.
Estaba en su
última clase del día, “la famosa clase de tutoría”. Como se aburría en esa
asignatura, le era tan fácil y lo fácil
no le gustaba. Pero ahorita todos estaban conmocionados, por fin conocerían al
famoso profesor del que tanto hablaban en la escuela.
“Como si no esperara
más de mis compañeros.” Se decía mentalmente.
Jamás
entendería por qué se emocionaban por cosas tan secundarias, en vez de
preocuparse por terminar su último año bien. Acá eso pasaba como cosa de último
recurso. Lo importante era saber las noticias y andar de salón en salón a
contarse los chismes que se pudieran crear.
Sus
pensamientos fueron interrumpidos por el murmullo que había en el salón. Al
parecer el nuevo maestro ya estaba por entrar.
Fijo su
mirada en la puerta, hasta que entro un hombre joven. Calculo unos 25 años a lo
mucho, de porte elegante, hombros anchos, estatura alta. Tenía que admitirlo,
Lucy estaba en lo correcto con lo de extremadamente guapo. En vez de ser
maestro, parecía un modelo. Imagino que ya debería de traer a todas las mujeres
del instituto por la calle de la amargura.
Continuo
observándolo hasta que extrañado se dijo así mismo que le parecía conocerlo.
Hurgo un poco en su mente y ahí estaba la respuesta. Era el tipo que lo hizo
detenerse esta mañana por andar corriendo en el pasillo.
Vaya, así que
el tipo duro era ni más ni menos que su maestro nuevo. Que pequeño es el mundo,
bueno, en este pueblo todo era pequeño. Pero así le gustaba, iba de acuerdo a
lo que se disponía.
Escucho como
se presentaba ante todos, y le pareció raro que le gustase su voz.
Lo que me
faltaba, ahora hasta me gustaba la voz de “don tipo extremadamente guapo y
seguidor de reglas.” Se decía mentalmente.
Espera Luke, ¿desde cuándo les dices guapo a
otros tíos? No podía creerlo, ¿es que acaso tenía que llamarle la atención el?
Seguía peleándose con su mente.
Tanto estrés,
le afectaba. Jamás se había puesto como nena viendo si un tipo estaba bueno o no.
Esto era el colmo.
Enojado
consigo mismo, dejo de mirar al maestro y fijo su vista en la ventana.
Ryan
Ryan, no
sabía por qué se había volteado a ver la ventana. Había visto como la serenidad
del joven se había esfumado. Estaba tenso y si no se equivocaba, estaba
enojado. Pero, ¿por qué estaría enojado? ¿le habría pasado algo? Tenía que
averiguarlo.
─ Jóvenes, me
gustaría que cada uno me dijera su nombre, así como yo me presente, me
encantaría que ustedes hicieran lo mismo. ─ vio en especialmente, como las chicas
de la clase empezaban. Cada una mirándolo y sonriéndole. Era claro que estaban
coqueteándole.
Cada uno fue
presentándose, hasta que llegó el turno de el. Vio cómo se volteaba y se
levantaba de su asiento. Aun lo notaba enojado, sin embargo eso no evito que
hablara.
─ Luke Julls,
18 años.
Luke, así es
como se llamaba. Lo vio sentarse de nuevo, fijándose esta vez en su cuaderno.
Ya no escuchaba a los demás estudiantes, solo tenía su mirada puesta en los
ojos grisáceos que tanto le atraían.
Les dejo al sensei tan sensual(?) xD
Ryan ¬u¬

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