Música

domingo, 22 de marzo de 2015

Prologo ( SD )


Londres 1850


Las luces iluminaban a la gran ciudad de aquella noche, y aunque estuviera iluminada; casi no había gente afuera, dejando a la vista solo un carruaje muy elegante que pasaba por ahí.

Stefanos Grimm, duque y heredero a la gran capital que poseía la familia. El ser el único hijo de Karl y Eloise Grimm, tenía por decreto ser dueño de esto y más. Se encontraba dando su casual paseo por aquellas calles de Londres, esto lo hacía desde el día en que sus padres habían fallecido en ese misterioso accidente.

A partir de ahí, él había tomado el mando y por supuesto, muchas personas querían verlo igual muerto que sus padres. Sus pensamientos fueron interrumpidos por el leve zarandeo que dio el carruaje.

− Joel, ¿qué ha sido eso?

Pasaron unos minutos y el cochero seguía sin contestar.

− ¿Joel? – nada, ni una respuesta.

Stefanos comenzaba a sentir un mal presentimiento, el carruaje tomaba un rumbo distinto y Joel no había respondido a su llamado. Tratando de guardar la calma, empezó a idear diferentes formas de salir de ahí.

−Yo que tu no lo haría, niño bonito.

Buscando de donde provenía la voz, se topó con una hermosa mujer la cual traía un vestido que dejaba un escote a la imaginación; lo observaba, viendo cada detalle de él.

− ¿Quién eres? – contestó, observándola.

− Digamos, que solo soy alguien que te llevara a tu destino. – sonrío, mostrando unos ligeros colmillos sobresaliéndole.

Sorprendido ante lo que veía, decidió no decir más.

Pasado unos cuantos minutos, llegaron a su destino. Se dio cuenta que estaban a las afueras de la ciudad. Muy lejos de pedir ayuda alguna.

Entraron a un edificio, la mujer lo guiaba por los ligeros pasillos iluminados; haciendo que el lugar tuviera un aire misterioso.

Se detuvieron ante una puerta.

− Hasta aquí llego contigo niño bonito. De verdad que espero ver tu despertar.

Dicho esto, la mujer se fue con su sonrisa aun en el rostro pálido.

Desconcertado, toco la puerta.

− Adelante.

Entro con un ligero nerviosismo. Encontrándose solo, lo cual le sorprendió.

− ¿Me buscabas?

Sobresaltándose, choco con un hombre de tez blanca y ojos negros.

− Yo…   

No termino de hablar, puesto que aquel desconocido tenía su boca encima de la de él; besándolo con una pasión que él jamás había experimentado.

Sintió como aquel hombre lo iba tocando, acercando su cuerpo aún más a el de él.

Con una sonrisa en sus labios, el desconocido dejó de besarlo.

− Perfecto, estas más que listo.

Stefanos, aun con el calor de aquel beso; toma un poco de aire antes de hablar.

− Me puedes decir, ¿qué fue eso y quien coño eres tú?

− Vaya, ¿esa es la forma de hablarle a tu futuro amo? Me temo que tendré que educarte más. – sin dejar de sonreír, se sentó en una de las sillas de aquella habitación.

− Me llamo Dominik Roch y por supuesto que no tienes idea de quién soy. Pero eso se puede arreglar. – se fijó en como la mirara de aquel hombre tomó una forma provocativa, pasando su lengua por los labios rojos que tenía.

− ¿Amo? De que estas hablando. – nervioso, ante lo que vaya a responder el contrario, lentamente va caminando hacia atrás, hasta topar con la puerta.

Sin tiempo de que Stefanos pudiera escapar, Dominik lo toma; arrojándolo a la cama para que con un solo movimiento las manos del humano se encontrarán amarradas al ras de uno de los barrotes de la cama. Dejándolo a su total merced.
Stefanos aún estaba confundido, de pasar casi a escapar. Estaba ahora amarrado, quedando tan sumiso para ese hombre que se hacía llamar su amo.

Levanto su vista al desconocido de ojos negros, viendo como lentamente se acercaba a él. 
Por primera vez, tenía miedo a lo desconocido. Sabía que nada bueno había ahí, temiendo lo peor.

−Vaya, si hubiera sabido que amarrándote te dejarías. Nos hubiéramos ahorrado demasiado tiempo.

Llego hasta donde se encontraba él, subiendo a la cama para quedar justamente arriba de él.

− Dime, Stefanos. ¿Alguna vez te han tocado aquí? – con un ligero movimiento, su mano llego hasta la entrepierna del humano.

Sobresaltándose por la intrusión de aquella mano en su intimidad, comenzó a forcejear. 

Jamás lo habían tocado y mucho menos un hombre, si es que era eso Dominik.

− Tranquilo, déjate llevar. Prometo ser amable. – le susurró en su oído, mientras que con sus manos buscaba quitarle el pantalón.

Dominik sabía que esa sería la primera vez del castaño y eso le provocaba unas enormes ganas de devorarlo. Stefanos era su tipo; con rasgos delicados, ojos cafés, piel suave y un cuerpo que aguantaría toda la clase de cosas que tenía planeado para él. En conclusión, el amante perfecto.

Lo convertiría, normalmente el solo tenía sexo con sus víctimas y después de ello tomaba su sangre hasta dejarlas muertas. Pero, llevaba tiempo solo y al momento que lo había visto por primera vez; supo que tenía que ser suyo por completo.

Le quito la ropa de una forma rápida, la cual ocasiono que se rompieran algunas prendas. Cosa que no le importo, total. El castaño se la pasaría satisfaciéndolo y entre menos ropa que le cubriera, mejor para él.

Dejándolo desnudo, observo con detalle su cuerpo perfecto. Observando que su miembro ya estaba totalmente listo y preparado.

−Excelente. − se dijo a sí mismo.

Stefanos, estaba con la vergüenza y orgullo por los pies. Iba a ser violado por un vampiro, el cual apenas tenía como quince minutos que conocía. Pero lo peor era que su cuerpo reaccionaba ante lo que le hacia él.

Sintió como esas manos frías, iban tocándolo. Arrebatándole gemidos leves. Dios mío, estaba comenzando a sentirse excitado por aquel desconocido. Sin poder seguir pensando, aquel hombre había tomado su libido para introducirlo a su boca.

Dominik, reía por dentro; notaba cada reacción del contrario y eso lo ponía aún más deseoso. Con el miembro del castaño en su boca, comenzó a pasar su lengua, y con uno de sus dedos; lo introdujo en el pequeño agujero de atrás. Haciendo que comenzara a gemir.

Retiro su boca de aquella parte intima del menor, posicionando las piernas de este en su hombro. Cuanto placer le daría, antes de otorgarle la inmortalidad.

El castaño sabía lo que vendría, estuvo a un paso de correrse en la boca de aquel vampiro. Ni siquiera se había percatado de aquellos dedos que introdujo en él. Cosa que lo volvió loco.

Se fijó como sus piernas iban a dar a los hombros del contrario, haciendo que estuviera aún más abierto y por supuesto dejándole una hermosa vista de todo lo que alguna vez había guardado para su futura esposa; cosa que jamás ocurriría.

El vampiro se quitó los estorbosos pantalones que traía puestos, dejando al descubierto un miembro listo para continuar con lo que se disponía. Sin dejar de perder el tiempo, lo embistió.

Una embestida, dos y así hasta hacer que aquel humano se corriera. Sin embargo aún no terminaba. Siguió embistiéndolo, esta vez lo hizo mucho más rápido. Sabía que lo dejaría adolorido, pero el sexo amable no era su tipo.

Sacando los colmillos por el gran deseo que ya se le avecinaba, inclino su cabeza en busca del cuello y así probar su sangre.

Stefanos sintió un dolor que en seguida fue remplazado por el placer. A pesar de que se estaba alimentando de él, le producía un enorme grado de deseo; cosa que el vampiro se dio cuenta, ya que lo embistió aún más.

Sin embargo, comenzaba a ver borroso.

Así sería su final, violado, desangrado y sirviendo de alimento para él.

Cerró sus ojos, dispuesto a morir y encontrarse con su familia muy próximamente.

Dominik paro justo en el momento exacto, ya notaba que el castaño casi no respiraba. Si continuaba lo mataría y eso no era parte del plan.

Mordió una de sus muñecas e inmediatamente broto sangre de ellas. Condujo esta hasta la boca del menor.

− Bebe. – le ordenó.

Stefanos sin saber cómo; obedeció y bebió de aquella sangre.

Pasado unos segundo, el vampiro retiro su muñeca. Aun tenia cerrado sus ojos el castaño. Sabía que en este momento el pasaba por la transición. Aquella con la cual le diría adiós a su humanidad.

Retiro su miembro y cogió sus pantalones. Una vez puestos, retiro los amarres de las manos del joven y se dispuso a salir de la habitación.

Dejándolo solo y completamente desnudo. Su trabajo estaba hecho, solo era cuestión de esperar su despertar.

Stefanos, quería gritar. Sin embargo de su boca no salía nada. El dolor que estaba pasando era un infierno; preferiría morir que estar sintiendo como su cuerpo comenzaba a hormiguear y con ello a arder.

No supo en qué momento se dejó llevar por el dolor, lo que si sabía es que cuando despertase, sería un vampiro; uno igual al que le arrebato todo su futuro y vida…





Aproximado de como me imagino que es Stefanos uvu 

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